lunes, 23 de marzo de 2009

A PROPÓSITO DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA: NO SE TRATA DE IDEOLOGÍA


Me decepciona a menudo escuchar personas a quienes considero inteligentes no hacer el esfuerzo suficiente por comprender la naturaleza de los procesos económicos que no son más que formas de cooperación voluntaria entre individuos libres que buscan mejorar su bienestar. Me decepciona la arrogancia que exhiben estos “intelectuales” al pretender que tienen más conocimiento que todo aquel acumulado por todos los individuos que conforman la sociedad, y por ende saben como “organizarlos” mejor en aras de su bienestar, aún en contra de su voluntad.
Me decepcionan aquellos mismos que abandonan las lecciones de la razón y la experiencia para defender “ideologías” basadas en el mejor de los casos en un ingenuo pero emotivo sentido de caridad forzosa, y en el peor de ellos en la envidia pura.
“It is never about ideology, it is always about self interest” (Nunca se trata de ideología, siempre se trata de interés propio). Esta es una frase que hace años escuché y que rendunda en mi memoria constantemente. La expresó la esposa de un economista, profesor visitante en Guatemala, a quien en alguna oportunidad entrevisté. Ella era una ciudadana rusa, quien vivió la mayor parte de su vida durante la época soviética. Recuerdo que sostuve la entrevista con su esposo, a pesar que ambos eran invitados a mi programa, debido al pavor que le provocaban los micrófonos por el trauma de haber crecido en una sociedad totalitaria que negaba absolutamente su libertad, y por ende, décadas después, visitando Guatemala, aún temía expresar su opinión.
Conversando en privado recuerdo que comentó que el éxito de la revolución bolchevique (del ruso bolshevik que significa mayoritario) fue que a pesar de ser inicialmente un movimiento pequeño, no mayoritario, cautivó la esperanza del pobre campesinado ruso quien, poniéndolo fríamente, vio la oportunidad de enriquecerse rompiendo el régimen zarista entonces existente. Creo innecesario recordar las consecuencias de lo sucedido, pero algo que vale la pena resaltar es que dentro del nuevo régimen comunista establecido la autoridad totalitaria gozaba de enormes beneficios y privilegios. ¿Quién estaría dispuesto a admitir su error disfrutando de semejante comodidad?
Fidel Castro fue el principal artífice de la revolución que derrocó el régimen de Fulgencio Batista en Cuba. Al verse en el poder forjó una conveniente alianza con la Unión Soviética. Su régimen ha perdurado más de cuatro décadas y hoy que su estado de salud es noticia, todo el mundo se pregunta qué sucederá. Lo que está claro es que eventualmente morirá como uno de los hombres más ricos del mundo. No es de extrañarse pues cuenta con una nación entera que trabaja para él.
No son pocos los ideólogos ingenuos que en pleno siglo veintiuno todavía se atreven a defender estos regímenes. Muchos han encontrado en Hugo Chavez y sus petrodólares al sucesor de Fidel. Sin embargo, la constante que explica este comportamiento no va más allá de aspectos meramente emotivos, sentimentales o más bien resentimientos.
Lo que en particular me intriga, y como he dicho me decepciona, es ver cómo una y otra vez personas a quienes considero inteligentes e intelctualmente honestos caen en la trampa de defender estas ideologías extremas o versiones diluidas de las mismas pero que puestas en práctica ofrecen consecuencias con diferencias poco significativas.
No cuestiono a los políticos populistas, socialistas, intervencionistas, benefactores o partenalistas. Tampoco lo hago respecto de los auto denominados “líderes” sociales o dirigentes de los movimientos “sindicales, populares y campesinos”. Tampoco me interesan los pseudo-empresarios mercantilistas. Claro está que todas estas personas sólo tienen un interés en mente, el propio.
Sí ofende a mi inteligencia argumentos que aún proponen conceder poderes cuasi absolutos a los políticos, gobernantes y grupos de interés para resolver nuestros problemas, quienes seguirán al pie de la letra sus románticas ideologías (las cuales, de paso, ¡No Funcionan!) cuales inocentes ángeles benévolos caídos del cielo para cuidar de nosotros.
(A propósito de la reunión de la Internacional Socialista en la Antigua Guatemala, decidí publicar de nuevo este artículo que publiqué originalmente en el periódico virtual "la opinión" el 4 de agosto de 2006. Moraleja: El socialismo, aparte que no funciona, no es más que el pretexto de los políticos para abusar del poder en su propio beneficio.)

3 comentarios:

  1. Socialismo no es lo mismo que comunismo

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  2. Como dice el post anterior.. socialismo no es lo mismo que comunismo. Creo que todos esos argumentos fueron muy válidos, en la guerra fría; pero la realidad es que el socialismo que se vive hoy en día toma parte dentro de un contexto democrático y no es coincidencia que una serie de gobiernos socialdemócratas estén llegando el poder en muchos países, trantado de buscar respuestas ante muchas problemas que los gobiernos de derechas simplemente no pudieron solucionar.
    En ese sentido, creo que cabe preguntarse porque los movimientos de derechas no cuentan con un mayor activismo y llevan a cabo éste tipo de reuniones, para reflexionar un poco sobre los fracasos que han tenido e intentar generar nuevas propuestas.

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  3. De acuerdo, el socialismo no es comunismo. Y también estoy de acuerdo que las derechas tradicionales no han servido más que para proteger los intereses mercantilistas y proteccionistas de ciertos grupos. Por eso, mi punto es que el enfoque que se vuelca nuevamente hacia el socialismo es equivocado, porque en su propaganda tan noble y emotiva, ya sea la versión socialista más "light" o el comunismo extremo propician la expansión del gobierno, lo cual invariablemente conduce a que estas ideas únicamente sirvan de pretexto para promover los intereses propios de los gobernantes, quienes resultan enriqueciéndose en forma corrupta bajo la excusa de su ideología. Además, en algunos casos más recientes, se conduce hacia el totalitarismo, donde se pasa el punto de no retorno y la democracia deja de funcionar. Venezuela es el mejor ejemplo de esto. No creo que la "derecha" vaya a aprender la lección y tampoco la veo alejándose de sus prácticas mercantilistas. La opción: la visión libertaria.

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