jueves, 31 de julio de 2008

Petrocaribe: Más deuda, más inflación, más impuestos, más pobreza

El Presidente Colom suscribió con el Gobierno de Venezuela un acuerdo mediante el cual Guatemala se adhiere a la iniciativa denominada “Petrocaribe”, y ahora busca la aprobación de dicho convenio en el Congreso. En teoría, mediante este programa el gobierno, mediante una nueva empresa estatal, podrá adquirir combustibles, para posteriormente comercializarlos en el mercado interno, bajo las condiciones, supuestamente favorables, en el sentido que debe pagar el equivalente al 40% del costo en forma inmediata, el saldo (60%) será financiado por un plazo de 25 años a una tasa de interés del uno por ciento anual.
Actualmente el Ejecutivo cuenta con los votos de los diputados de la bancada oficial, lógicamente, y busca obtener los votos adicionales suficientes para alcanzar la mayoría necesaria (mitad más uno) del total de Diputados. No es de extrañarse que a cambio de dichos votos el partido oficial haya realizado ofrecimientos que esencialmente consisten en concederle alrededor de uno punto cinco millones de Quetzales a cada diputado, e incluso alcaldes, de otras bancadas, para que estos los destinen a obras que sean de su interés.
Antes de considerar las consecuencias económicas, primero merece la pena advertir que mediante este tipo de negociaciones se burla fácilmente el ideal del sistema “democrático” representativo, puesto que el “consenso” se obtiene de “comprar” los votos necesarios a cambio de satisfacer los intereses de los políticos, en ambos lados de la negociación. Es decir, esta no será una decisión apoyada “mayoritariamente”, será una decisión “comprada”.
Muchos analistas nos han advertido ya del riesgo de adquirir una deuda pública externa que podría duplicar en cuatro años el monto existente en la actualidad; y de hacerlo para un plazo de 25 años, lo cual significa que la deberán pagar generaciones futuras con más impuestos. Otra apreciación adicional es que el incremento del gasto público resultado de los recursos provenientes de Petrocaribe generará más inflación, lo cual agravará aún más la ya difícil situación económica. Todos estos aspectos, lógicamente, sacrifican el crecimiento económico.
Por último, también se ha lanzado la advertencia que los fondos provenientes de Petrocaribe serán empleados en iniciativas “clientelistas”, que no son más que otra forma de “comprar” votos para las próximas elecciones, aparte de que no están claros los mecanismos de fiscalización del uso de los mismos.
A muchos nos indigna la actitud de los políticos que sin mayor reparo negocian este tipo de iniciativas en beneficio de sus particulares intereses, pero en detrimento de los intereses generales de la población, actual y futura. Ahora bien, la solución no pasa simplemente por sustituir a la clase política esperando que venga otra que no se comporte de esa manera. La solución realmente consiste en cambiar las reglas constitucionales tan permisivas para las ambiciones de los políticos, a manera de fijarles límites efectivos como garantía de los derechos de la ciudadanía.
La propuesta de Proreforma establece que para aprobar deuda pública o cualquier otra obligación financiera del Estado, se requiere el voto favorable de por lo menos dos terceras partes del total de diputados, lo que haría menos probable y más difícil la negociación y compra de votos, sobre todo si la Cámara de Diputados está balanceada políticamente. Lo mismo aplica para el caso de Impuestos.
La propuesta de Proreforma modifica la elección de Diputados de manera que los electores sabrán por quién votan, por nombre y apellido, y por ende será más fácil deducirles responsabilidades políticas cuando comprometen sus votos por intereses partidarios o particulares.
La propuesta de Proreforma establece que este tipo de Decretos por parte de la Cámara de Diputados tendrá por disposición constitucional una vigencia máxima de 10 años, de manera que se minimiza el impacto de los efectos de estas disposiciones hacia el futuro.
He ahí tres filtros constitucionales que harían sumamente difícil aprobar este tipo de decisiones que van en detrimento del patrimonio de los ciudadanos. Usted puede mejorar la situación del país en que vivimos apoyando los cambios necesarios en la Constitución. Apoye Proreforma.

lunes, 14 de julio de 2008

VIVIR POR DERECHO Y NO DE LA POLÍTICA

El Congreso guatemalteco atraviesa una crisis, así como los otros parlamentos de los países latinoamericanos, por la falta de representatividad, por deficiencia en las leyes que aprueba y por la debilidad de los partidos políticos, indica un análisis de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes)...
El presidente Álvaro Colom continuó ayer con las reuniones que desde hace dos semanas ha mantenido con líderes de la oposición, en busca de los votos que le ayuden a aprobar las iniciativas de ley de interés del Organismo Ejecutivo…
Colom tiene casi listos los votos para Petrocaribe y el presupuesto. Los bloques de la Gana, el FRG, UCN y Unionistas podrían brindarle el apoyo al Ejecutivo para la aprobación de diferentes iniciativas…
Diputados quieren duplicar deuda política. Subir de $2 a $4 el pago por cada voto recibido, es la reforma avalada por los partidos. Un acuerdo total existe entre los partidos que integran la Comisión de Asuntos Electorales del Congreso para reformar el artículo 21 de la Ley Electoral, que actualmente establece la obligación del Estado de pagar a los partidos políticos $2 por cada voto recibido…
Noticias como estas son las que a diario desmoralizan por completo a los guatemaltecos, quienes nos hemos realmente acostumbrado a tanta frustración provocada por los políticos de turno.
Nuestra “democracia” no es más que el intercambio de concesiones recíprocas entre políticos que administran cuotas de poder, para su beneficio lógicamente. La función “legislativa” no es otra que la negociación de privilegios en favor de grupos específicos; obras y presupuesto a cambio de votos que interesen al Ejecutivo, o cualquier otra modalidad mediante la cual se “legalicen” las aspiraciones políticas de algún grupo en particular gracias a los “consensos” que se dan entre distintas minorías que juntas y por conveniencia suman “mayorías” en el mejor espíritu de la “democracia representativa”.
Todo ello, en detrimento de los intereses generales de la población, por supuesto.
Hace quince años sufríamos los desmanes de lo que llegó a ser conocido como la “trinca infernal” de aquel Congreso de “los depurables”, quizás el más nefasto de nuestra historia “democrática” y eso ya es decir mucho.
Hace cinco años, en su página editorial, El Periódico lanzaba una advertencia respecto de una “alianza” conformada por tres partidos cuyas “… bancadas sumarían 92 diputados de un total de 158, lo que les asegura la mayoría absoluta en el Congreso…” y cuestionaba si de triunfar un candidato presidencial ajeno a la misma, dicha alianza “¿Estaría asegurando la gobernabilidad, o más bien la ingobernabilidad?”
Hemos ensayado también con las “aplanadoras”, “democráticamente” electas, pero el poder absoluto concentrado en un solo partido ha demostrado ser solo más efectivo en la imposición de intereses particulares, por medio de vías “legales”.
Nuestro grave error como República es que confundimos la política con el derecho, y al Derecho con la politiquería.
Ahora bien, imagínese usted que la base de nuestro ordenamiento Jurídico descansara sobre este ideal: “Es requisito fundamental de la Ley el Principio de Igualdad, en el sentido que no debe otorgar a nadie, ya sea considerado individualmente o grupo, prerrogativas exclusivas o privilegios que no pueda disfrutar cualquier otra persona o grupo que tengan oportunidad de aprovecharlos.”
Usted tiene la oportunidad de cambiar Guatemala con su firma. Apoye ProReforma.
www.proreforma.org.gt