jueves, 14 de marzo de 2019

"EL PROCESO" ELECTORAL


Luego de su incomprensible y surrealista odisea para llegar a rendir su declaración ante un tribunal anónimo y desconocido, por un encausamiento que le fue mantenido en secreto, la tarde del domingo que Joseph K ineludiblemente concurrió a su audiencia, se pronunció de esta manera: “No hay ninguna duda que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no solo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, quienes, en el mejor de los casos, solo muestran una modesta capacidad, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes, si, es posible que incluso emplee a verdugos, no tengo miedo de pronunciar la palabra. Y, ¿cuál es el sentido de esta organización, señores? Se dedica a detener a personas inocentes y a incoar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los casos, como el mío, un resultado. ¿Cómo se puede evitar, dado lo absurdo de todo el procedimiento, la corrupción general del cuerpo de funcionarios? Es imposible, ni siquiera el juez del más elevado escalafón lo podría evitar con su propia persona.” Apuntó K, como evidenció el narrador que “Todos pertenecían a la misma organización, tanto el supuesto partido de la izquierda como el de la derecha, y cuando se volvió súbitamente, descubrió los mismos distintivos en el cuello del juez instructor, que, con las manos sobre el vientre, lo contemplaba todo con tranquilidad.” Inmediatamente K les recriminó: “Todos vosotros sois funcionarios, como ya veo, vosotros sois la banda corrupta contra la que he hablado, hoy os habéis apretado aquí como oyentes y fisgones, habéis formado partidos ilusorios y uno ha aplaudido para ponerme a prueba. Queríais poner en práctica vuestras mañas para embaucar a inocentes. Bien, no habéis venido en balde. Al menos os habréis divertido con alguien que esperaba una defensa de su inocencia por vuestra parte.” En la víspera de su cumpleaños 31, dos hombres se presentaron para detener a K, quien voluntariamente los condujo hacia su desenlace. Relata el narrador que “Entonces uno de los hombres sacó de un cinturón que rodeaba al chaleco un cuchillo de carnicero largo, afilado por ambas partes; lo mantuvo en alto y comprobó el filo a la luz. De nuevo comenzaron las repugnantes cortesías, uno entregaba el cuchillo al otro por encima de la cabeza de K, y el último se lo devolvía al primero. K sabía que su deber hubiera consistido en coger el cuchillo cuando pasaba de mano en mano sobre su cabeza y clavárselo. Pero no lo hizo; en vez de eso, giró el cuello, aún libre, y miró alrededor. No podía satisfacer todas las exigencias, quitarle todo el trabajo a la organización; la responsabilidad por ese último error la soportaba el que le había privado de las fuerzas necesarias para llevar a cabo esa última acción. … La lógica es inalterable, pero no puede resistir a un hombre que quiere vivir. ¿Dónde estaba el juez al que nunca había visto? ¿Dónde estaba el tribunal supremo ante el que nunca había comparecido? Levantó las manos y estiró todos los dedos. Pero las manos de uno de los hombres aferraban ya su garganta, mientras que el otro le clavaba el cuchillo en el corazón, retorciéndolo dos veces. Con ojos vidriosos aún pudo ver cómo, ante él, los dos hombres, mejilla con mejilla, observaban la decisión. -¡Como a un perro!- dijo él: era como si la vergüenza debiera sobrevivirle.”
Y sobre este trágico episodio, escribió Saramago: “En El Proceso es el propio acusado Joseph K quien acabará conduciendo a sus verdugos al lugar donde será asesinado y quien, en los últimos instantes, cuando la sombra de la muerte se aproxima, todavía tendrá tiempo para pensar, como un último remordimiento, que no había sabido desempeñar su papel hasta el fin, que no había conseguido ahorrar trabajo a las autoridades.”
Cualquiera que lea el drama miserable de K en la novela inconclusa “El Proceso”, percibirá el más profundo sentimiento de frustración derivado de un laberinto jurídico incomprensible, concebible únicamente en el imaginario Kafkiano de circunstancias absurdas sobre las que no puede existir explicación lógica de cómo se arribó a ellas. Después de todo, como el mismo K sostiene, la ley debe ser accesible a todos y en todo momento. No obstante, en los últimos años en Guatemala se ha venido tejiendo una enredadera de artimañas legislativas, judiciales, políticas y jurídicas encaminadas a construir un mundo surrealista al que le son cada vez más ajenos los principios elementales del derecho, de la moral y de la decencia. Donde toda la maquinaria de reformas legislativas, peculiarmente en el campo electoral, ha sido puesta en marcha para aniquilar y desaparecer a rivales políticos, para facilitarle el camino y virtualmente secuestrar el triunfo a favor de intereses específicos. Todo ello con la complicidad, en colusión, o con el respaldo de las Cortes tiránicas comprometidas ideológicamente, del Tribunal Supremo Electoral, quien recientemente mostró sus inclinaciones totalitarias aunque luego hubo de retractarse, de los grupos de presión de siempre y sus financistas, y de una prensa sesgada y cegada. Así, “El Proceso” Electoral en Guatemala hoy resulta ser una pesadilla distópica incomprensible para toda lógica prudente de juridicidad, donde las reglas del juego han llegado ser indescifrables, al grado que no es más que con la arbitrariedad antojadiza de quienes ejercen el poder y las “aplican”, como se dispone quien ha de ser la próxima víctima indefendible de esa organización invencible de quienes pretenden abusar del poder a toda costa.

jueves, 19 de enero de 2017

THE TAINTED LEGACY OF AN OBDURATE GLUTTON




I wrote an article called “Will Obama Have His Cake And Eat It Too?” after he got elected to his first term. I was skeptical but hopeful in giving him the benefit of the doubt. I wrote: “The question obviously has to do with the way he will work with the Democrats controlling both houses of Congress. This may seem like every politician’s dream fulfilled, but it may also very well work against him. In other words, he certainly has a good chance of pushing his agenda through Congress (whatever it may be), but he might also be compelled to concede to the far left ambitions of influential Democratic members of the House and Senate. Will he stay true to those middle-of-the-road promises that gave him an edge or will he sway back to the more liberal platform from where he came which calls for an American version of socialized health care, labor reform which could jeopardize the already feeble job market, more government subsidies and spending and thus inflation, trade restriction and even a tax hike which are just about the worst things to do in an economic crisis.” And I argued: "it is clear [to me] that disastrous far-left policies will mean a certain fall from his meteoric rise to the presidency". With the complicity of his pre-mid-term Congress, and later an affine Supreme Court, he wreaked major havoc. And he never stopped in his tracks, after all, he needed not mind an antagonistic Congress and simply threw a tantrum of executive orders, surrendered to terrorists and tyrants, and turned his back on his country´s allies.
His extreme, intransigent and abusive positions not only leave a tainted legacy, but a country more deeply divided between those who were charmed by his elegant populism and the other half of the 99% who were systemically persecuted by the tyranny of everything that is politically correct.  Also by means of populism, though unrefined and abrasive, Trump has placed himself in a similar position. And in another contrast with Obama, he seems to have some of the right ideas, though he is dead wrong on protectionism and trade restriction as a means to grow the economy and create jobs. Perhaps the most important and certainly most difficult lesson that should be learned is that wanting Trump to fail (the same way some sought Obama to fail) only works in self detriment. Maybe the U.S. is divided beyond repair. Maybe it will take more imposition than persuasion to undo much of the damage that that obdurate glutton caused. Maybe the grand old party´s grasp on near absolute power, all too enticing for politicians, will yield comparable outcomes in terms of their extremism, with some of the main dissimilarities being a voracity for protectionism and mercantilism in lieu of socialism, exacerbated moralism, nationalism and interventionism instead of their predecessors´ disdain of traditional values and an appeasing, complacent and weakened moral standing in the world.

Or maybe, my some miraculous fortune, they might just pass on some of that cake … and get it right.

jueves, 29 de diciembre de 2011

EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ

Hoy que se celebra el XV aniversario de la firma de la “paz firme y duradera” se ha elucubrado baste sobre el significado de “paz”. Para mí la mejor definición es la que ofreciera Benito Juárez el 15 de julio de 1867. “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Frase sencilla pero colmada de sabiduría. La paz se produce cuando todos respetan los derechos de todos los demás. Reafirma su veracidad esta frase cuando por lógica se entiende que si alguno o algunos violentan los derechos de otro u otros no podrá haber paz entre ellos. La definición implica y obliga a un reconocimiento y respeto recíproco y por parte de todos de los derechos de todos los demás. Eso es lo justo.

Si la paz es el respeto a los derechos de los otros, entonces, ¿cuáles son estos? Solo las personas pueden tener derechos. Ello es porque cada persona es autónoma y constituye un fin en si mismo. Nadie puede ser obligado a vivir su vida de acuerdo a los fines de alguien más. Por consiguiente los derechos solo pueden ser de las personas, todas y cada una de ellas, es decir, individuales. Un derecho solo lo es en el sentido que su observancia implica respeto y tolerancia por parte del resto. El derecho a la vida implica que nadie debe atentar en contra de la vida de alguien más, que debe respetarla. El derecho a la propiedad implica que nadie puede despojar a alguien de lo que le pertenece, por ejemplo. En todo caso, la conducta que implica para el resto la observancia de los derechos es de carácter negativo, ejemplo, no mate, no robe. En ningún momento la observancia de un derecho implica para el resto una conducta de carácter positivo, es decir, provéasele a alguien de propiedad o garantícesele la vida a alguien utilizando medios propios, ya que esto implicaría una violación irresoluble a los derechos elementales de algún otro u otros individuos. Por ejemplo, si habría que dotarle a un individuo un bien material para satisfacer alguna de sus necesidades (dotarlo de propiedad), necesariamente habría que despojar a otro individuo de parte de su propiedad para hacerlo. En otras palabras, la observancia de un derecho no se logra violando derechos elementales y anteriores de un individuo para satisfacer las necesidades de otro. Por consiguiente, el verdadero respeto al derecho solo puede ser el reconocimiento general y recíproco de los iguales e igualmente legítimos derechos de los demás. Cualquier discriminación que se haga de un individuo, violando sus derechos para privilegiar a otro, por el criterio que fuese, es inmoral e injustificable. La violación a este principio es la injusticia, y es el primer paso para la destrucción de la paz.

Por consiguiente, el único camino para aspirar a la paz en una sociedad está en velar porque se respeten los iguales e igualmente legítimos derechos de todos y cada uno de los individuos. Esa, la igualdad ante la verdadera ley, el verdadero respeto al derecho, es la única igualdad que conlleva a la paz, y es la verdadera razón para la cual deben existir los gobiernos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿POR QUIÉN VOTO PARA EL CONGRESO?

Para comenzar a explicar las razones de mi voto, voy a identificar aquellos partidos por quienes no votaré. Siendo que Otto Pérez Molina es el candidato que muy probablemente ganará la elección presidencial, no votaré por diputados del Partido Patriota. La razón es sencilla: no quiero que el partido que ocupe el ejecutivo tenga una “aplanadora” en el congreso. Si bien es cierto que los congresos divididos pueden resultar peligrosos, porque entonces se potencian negociaciones espurias entre diputados oficialistas y opositores, considero que es aún más peligroso la falta de límites al ejercicio del poder concentrado en una sola facción política. El poder tiende a corromper, y el poder absoluto… usted ya sabe. El primer escenario por lo menos admite la posibilidad de una oposición efectiva, en el segundo esa posibilidad no existe, y por eso me inclino por dividir el poder. Además, precisamente porque todos ven al Partido Patriota como el “caballo ganador” se le han acercado, y éste ha admitido en sus filas, a tránsfugas de otros partidos y gente de reputación cuestionable.
Siguiendo con mi lógica de división del poder, aspirando a un efectivo balance de poderes y a la posibilidad de una oposición constructiva, voy a votar por partidos que serán de oposición, cuyos miembros, espero, no se alíen con el poder de turno. Hace cuatro años se vio un intento de una parte de la población por hacer precisamente eso. Votaron mayoritariamente para Otto Pérez para presidente pero para el congreso votaron mayoritariamente a favor del partido GANA, y en menor medida a favor del Partido Unionista. Sin embargo, nadie esperaba lo que sucedería, que fue que los miembros de estos partidos, fueran GANA, Bancada Guatemala o Unionistas se aliaron sistemáticamente con el gobierno de la UNE, facilitándole al gobierno de la UNE todo lo que llevó al congreso, particularmente presupuestos escandalosos y endeudamiento irresponsable. Las razones de esto las expuse en un artículo llamado “La oposición que nunca fue”, publicado en el Periódico y en mi blog. Me sorprendió, por ejemplo, ver que una amiga mía, columnista de prensa, expuso que por el listado nacional votaría a favor de los Unionistas, cuando ellos fueron de los principales facilitadores de los desmanes de la UNE. Un diputado Unionista, que también es columnista de prensa (cosa que no me explico porque viola la más elemental ética periodística), incluso llegó al extremo de querer exculparse, con cinismo e hipocresía, por “haber tenido que aprobar” el descomunal presupuesto que presentó la UNE. De aquí extraigo dos conclusiones: 1º No votaré por partidos en donde no vea algún grado de seriedad o independencia de criterio, y con quienes se corre el riesgo de que se vendan al mejor postor, entiéndase partido de gobierno. Estos partidos podrían ser, desde mi punto de vista, Victoria, PAN, FRG, UCN, FCN y en cierto grado CASA. Menciono el caso de Vitoria como ejemplo. Los Rivera apoyaron al Patriota, luego durante este gobierno se aliaron con la UNE. Aparte, ninguno de estos partidos tienen caudal político serio y dependen de sus alianzas con partidos fuertes para sobrevivir. 2º No votaré por partidos que hayan demostrado que su pequeño grado de influencia en el congreso está para el mejor postor. En consecuencia, no votaré por la UNE, por razones obvias, ni por la GANA, ahora aliada con la UNE, ni por los Unionistas, ni por listado donde se encuentre algún ex-diputado de la “Bancada Guatemala” (Ex-GANA) por las razones expuestas.
Es lógico pensar que la principal “oposición” la dará la bancada LIDER de Manuel Baldizón. Ahora bien, esta “oposición” no será otra cosa que rivalidad política para las próximas elecciones en las cuales Manuel Baldizón esperará estar bien posicionado, y por lo tanto no será una oposición constructiva. Aparte, Manuel Baldizón y su bancada han demostrado tener un irrespeto o desconocimiento de los más elementales principios del Derecho con algunos proyectos de “legislación” que han propuesto o con sus ofrecimientos de campaña, por lo cual se me hacen más bien peligrosos, de tal manera que tampoco voy a votar por LIDER.
Tampoco voy a votar por partidos cuyas posturas obedecen a endoctrinamientos ideológicos obsoletos que son contrarios al desarrollo y progreso, lo cual descarta a WINAQ URNG.
Otro factor importante es la participación de muchos jóvenes como candidatos a diputados en varios partidos. Si bien es cierto que hay muchos dinosaurios políticos de quienes habemos de deshacernos, no se trata simplemente de reemplazarlos con “juventud”. Aunque es admirable el involucramiento de jóvenes en la política, su entusiasmo o idealismo no precisamente los califica para las responsabilidades que estarían por asumir. He visto algunos jóvenes, algunos a quienes conozco personalmente, involucrarse con partidos o personas con pasados cuestionables. Ello me inclina a pensar que buscan el poder, por el poder, independientemente del medio por el cual habrían de llegar a él, lo cual es igualmente importante. Solo con ese hecho ya perdieron mi voto. Hay jóvenes en partidos nuevos (que no están desprestigiados como los otros que citaba) o que se han aliado con personajes más respetables, pero de todas formas no tienen la madurez, experiencia y prudencia que solo se pueden adquirir con el tiempo, aparte que puede que tampoco tengan la preparación necesaria para el cargo que pretenden ejercer, y su mayor virtud en este momento sea simplemente su juventud y su decencia. ADN peca en cierto grado de incluir en sus filas a personas sin experiencia (no me refiero política, me refiero de vida), por lo cual tampoco sería una opción para mi. Eso si, espero ver a esos jóvenes mejor preparados, bien formados, y con el mismo idealismo dentro de algunos años.
Luego de mi proceso de depuración, me quedaría con dos alternativas: VIVA-ENCUENTRO POR GUATEMALA y CREO. Pienso que la alianza VIVA-EG no durará más allá de esta elección. Pienso también que las aspiraciones presidenciales de Harold Cabelleros harán que sus delegados en el congreso formulen una oposición, la cual esperaría sería mejor de lo que haría LIDER, por ejemplo. Nineth Montenegro me parece una persona decente y que ha demostrado con hechos como la fiscalización de Mifapro y la Ley de Comisiones de Postulación que ha ejercido una labor como diputada que sobresale. El hecho que considero que esta alianza no durará implica que los futuros diputados VIVA no necesariamente actuarán en congruencia con los diputados EG, pero esto no necesariamente es un gran riesgo. Pienso que CREO puede hacer una labor de oposición similar y esperaría que no suceda lo mismo que ya pasó con GANA. Después de Nineth Montenegro, no conozco a profundidad a los candidatos de su alianza, quiénes son VIVA, quiénes son EG, como tampoco a los candidatos CREO. De cualquier manera, para esta elección, seguimos con este nefasto sistema de votar por partidos y no por candidatos, de votar por listas y no por personas con nombre y apellido. Por lo tanto, pondré en la balanza estas listas, y en función de ello decidiré tanto para la Lista Nacional como para mi distrito. Digo esto porque puede que las personas que ocupen el primer lugar en la lista sean de mi simpatía, incluso conozco a algunos de ellos y los considero buenas personas, pero tendré que evaluar como está conformado el resto, porque después de cierta cantidad de votos, el voto no cuenta para el primero en la lista, sino el segundo y así sucesivamente. Eso es lo trágico del sistema de listas, cosa que urge cambiar en Guatemala.
Por último, aclaro que este artículo no es más que mis propios razonamientos para llegar a la conclusión de cómo yo, en lo personal, voy a emitir mi voto y de ninguna manera pretendo que esto se tome como un llamado a votar en determinado sentido.

viernes, 19 de agosto de 2011

DEMOCRACIA DISFUNCIONAL: CÓMO MEJORAR EL SISTEMA ELECTORAL EN GUATEMALA

Comúnmente se menciona que Guatemala es un país dividido, polarizado. Podríamos afirmar también que en nuestro país se encuentran sustancialmente divididas las posturas políticas o posiciones ideológicas. Se presume a su vez que nuestro sistema democrático debería aspirar a ser lo suficientemente representativo como para intentar conciliar esas posiciones y encaminarse a producir políticas públicas de beneficio generalizado para la población. Agregaríamos también que existe una buena cantidad de ofertas electorales que no necesariamente son un reflejo directo de tales dispersiones, sino más bien las mismas se constituyen como vehículos de coyuntura para promover las aspiraciones políticas de personajes específicos, caudillos. Muestra de ello han sido los procesos de elección presidencial en los cuales se han presentado hasta diecinueve candidatos en una oportunidad, aunque la mayoría de ellos haya tenido escasas probabilidades de éxito. El Congreso de la República también se pinta como un mosaico político cuyos colores y matices varían constantemente gracias al surgimiento y desaparición de múltiples partidos políticos o al transfuguismo entre sus miembros.

Los resultados de los últimos seis procesos electorales en Guatemala son verdaderamente reveladores en ese sentido. Una gran parte de la población no vio identificada su preferencia electoral en cualquiera de las ofertas presidenciales principales. Así se explica no solo el grado de abstencionismo común a los procesos electorales y mayormente característico de las segundas vueltas de elección presidencial, sino, en un contexto más profundo, el enorme distanciamiento entre el votante y sus gobernantes y representantes. Se presenta entonces nuestra democracia con una debilidad endémica. Primero, en un contexto estrictamente formal, se basa en un sistema de reglas electorales que le dificultan al votante canalizar sus preferencias en forma efectiva. Y más importante aún, se pierde el sentido de representatividad hacia el ciudadano común y el proceso democrático pasa a ser dominado por el interés político, el interés especial o la colusión de ambos.

Así es como llegamos a la conclusión que en Guatemala debemos empezar a pensar en sustituir el sistema electoral actual por uno que corrija las principales deficiencias del mismo y que contribuya a que el votante pueda expresar con mayor fidelidad y precisión sus preferencias, con el correspondiente efecto de poder crear una relación más cercana y directa entre el votante y su representante, que le dé una mayor incidencia sobre la función de este último, lo cual le permitirá encausar mejor las expectativas y resultados de los procesos democráticos.

Si el Congreso de la República es el eje principal del Sistema Democrático Representativo, el sistema de elección de diputados al Congreso en Guatemala presenta una serie de terribles deficiencias y como consecuencia una mayor disociación entre el votante y el “representante”. Actualmente la “representatividad” del sistema está definida eminentemente como una relación de proporcionalidad. Resultaría ilógico, por ejemplo, argumentar que el sistema sería más “representativo” si se incrementara el número de diputados por habitante. Ello implica que son otras las variables que hay que revisar, particularmente, la forma en que son electos los diputados.

Para la elección de diputados al Congreso se utiliza el sistema de Representación Proporcional de Minorías (Sistema D´Hondt). Este método tiene como finalidad propiciar que partidos minoritarios puedan alcanzar una curul, respetando siempre un cierto criterio de proporcionalidad de las preferencias de los electores hacia los partidos políticos, no así hacia los candidatos. Bajo esta premisa cada partido presenta una “lista” o nómina con un número de candidatos equivalente al total de diputados a elegir por cada distrito. Actualmente se eligen 31 diputados por Lista Nacional, quienes no representan distrito alguno, en el Distrito Central que es la ciudad capital se eligen 11 diputados; en el resto de municipios del departamento de Guatemala que conforman otro distrito se eligen 19; en Huehuetenango, 10; Quetzaltenango, 7; Escuintla, 6; Sololá, 3; por ejemplo. Estos números se incrementarán conforme aumente la población en los respectivos distritos, en un diputado por cada 80 mil habitantes.

De esa forma, en el momento de elegir, el votante se ve enfrentado con la decisión de escoger sólo un partido (lista) en cada una de dos papeletas (Lista Nacional y Lista Distrital de su respectivo departamento) que contienen decenas sino cientos de candidatos. Este mecanismo de elección contribuye enormemente a que se den una serie de consecuencias que en gran medida le restan representatividad al sistema, como las siguientes:

El votante no cuenta con una forma precisa de canalizar sus preferencias. A pesar de que existan varios cargos a elegir, el votante debe escoger en bloque (por partido) y no individualmente a sus representantes. Es decir, si hubiera tres curules en su departamento no puede escoger a los tres “mejores” candidatos por su distrito independientemente de qué partido sean o qué lugar ocupan en el listado. Esto también significa que el votante no puede discriminar negativamente con su voto en contra de algún personaje indeseable que se encuentre incluido en una lista que de otra forma le resultaría atractiva.

Los potenciales candidatos a diputados compiten entre sí a lo interno de sus respectivos partidos para ocupar los lugares más favorables en las respectivas “listas”, sin embargo, esta competencia no es precisamente “democrática” y los puestos generalmente se asignan de acuerdo a la conveniencia “líderes” (dueños, caudillos) de cada partido. Esto a su vez tiene varias consecuencias trascendentales.

Primero, antes que con sus electores, los eventuales diputados adquieren un compromiso fuerte para con el partido que los ubicó en una posición favorable, de manera que su lealtad política generalmente yace con éste y no con sus “representados”. En ese sentido, la “representatividad” tanto en base a criterios “Nacionales” (políticos) como “Distritales” (regionales) prácticamente no existe. Como consecuencia de esto también se puede decir que la actividad política se traduce a parámetros esencialmente partidarios, puesto que esta “lealtad” política se convierte en “disciplina” (subordinación) partidaria de manera que los diputados electos se limitan a simplemente obedecer las directrices establecidas por los líderes del partido. Este fenómeno también facilita la consecución de diversos intereses específicos por parte de los distintos partidos políticos en detrimento de los intereses generales de la población, ya que los líderes políticos o jefes de bloque son los que llevan a cabo las respectivas negociaciones políticas a sabiendas que el voto del resto de sus bancadas se dará con obediencia.

Segundo, las posturas políticas o ideológicas de los potenciales diputados no resultan ser tan claras para el elector. Esto es así tanto porque el votante no tiene un mecanismo para recompensar o castigar el “record” de cada diputado respecto de las decisiones que haya tomado en temas específicos ya que no lo elige individualmente. También sucede esto debido a que el diputado tiende a acercarse a un partido más por obtener una posición con altas probabilidades de elección o reelección que por afinidad política o ideológica. Esta circunstancia explica también el fenómeno del transfuguismo que se da con tanta frecuencia en nuestro sistema. Los diputados se acercan a los partidos y migran hacia otros, no por convicciones ideológicas o principios, sino por conveniencia personal en función de dónde será ubicados con mayores probabilidades de obtener una curul. Como consecuencia, el votante difícilmente puede esperar que sus preferencias políticas e ideológicas se vean reflejadas en la práctica por los distintos partidos políticos.

Otro aspecto importante es que este sistema produce consecuencias diferentes en la medida en que se elija a un número grande o pequeño de candidatos mediante el mismo. Para el caso de un número reducido de diputados el sistema resulta disfuncional. Un ejemplo podría ser el caso de que se elijan a tres diputados en un distrito y que participen más de diez partidos en la contienda. En este caso el sistema opera como si se tratase de un simple método de mayorías relativas, o sea, en tal caso no hay representación proporcional de minorías. Por el contrario, si el número de diputados a elegir es muy elevado, por ejemplo 31 por el Listado Nacional, el efecto de la representación proporcional de minorías se sobredimensiona. En ese caso, la mayoría de los partidos políticos (alrededor del 67%) tiene probabilidades de colocar por lo menos un diputado al Congreso y lograr su supervivencia política. Esto genera un incentivo para que constantemente se estén formando partidos nuevos, a pesar de que sus planteamientos ideológicos sean similares a los de otros ya existentes, y de que no cuenten con un caudal electoral importante. En ese contexto, únicamente desaparecen del mapa político los partidos marginales que no logran el número mínimo de votos que garantiza una curul. Sin embargo, ello no significa que sus principales figuras no reaparezcan posteriormente en algún “listado” de otro partido.

Esto explica también el fenómeno de una gran cantidad de candidatos presidenciales, pues a pesar que no cuenten con probabilidades reales de éxito, son estos meramente polos de atracción para el voto a favor del Listado Nacional, a manera de asegurar la supervivencia del partido gracias a haber colocado por lo menos un diputado en el Congreso y obtener un pago monetario por voto recibido. Esto posteriormente genera otros incentivos negativos como el intercambio de estas pequeñas cuotas de poder por otros favores políticos.

Como consecuencia de todo lo anterior, se puede argumentar de forma convincente que el mecanismo actual de elección de diputados al Congreso claramente impide que las preferencias de los electores puedan transmitirse en forma efectiva por medio de sus “representantes”.

Para el caso de la elección de diputados al Congreso de la República la principal reforma debe ser conceder al votante la capacidad de elegir a sus representantes por nombre y apellido y no por “listas” anónimas lo cual conlleva todas las consecuencias ya expuestas, teniendo también la potestad de expresar sus preferencias políticas en una nueva dimensión hasta ahora inexistente.

Sin embargo, para que esto sea viable, la implementación del voto uninominal debe ir acompañada de otras reformas complementarias. La más importante tiene que ver con la reducción de los distritos electorales a un tamaño manejable y con un número razonable de candidatos a elegir por cada distrito. Hay distritos electorales que por su población tienen muchos diputados, por ejemplo, distrito central: 11, departamento de Guatemala: 19, Huehuetenango: 10, Quiché: 8; Quetzaltenango: 7, etc. Si se considera que participan alrededor de 14 partidos políticos, bajo un sistema uninominal, quienes votan en el distrito del departamento de Guatemala deberían escoger, uno por uno a 19 candidatos de entre 266 aspirantes. Eso nunca funcionaría en la práctica. La solución pasa por crear distritos electorales más pequeños con un diputado por distrito. Por ejemplo, por su población, el Municipio de Guatemala podría convertirse en 2 o 3 distritos; otros municipios podrían ser también cada uno un distrito como Amatitlán, Villa Nueva, Mixco. Lo mismo se podría hacer con los departamentos, y el Tribunal Supremo Electoral delimitaría los distritos de acuerdo a densidad de población. Eso haría sumamente más viable el sistema de elección uninominal

Otra reforma importante es establecer un número fijo de diputados al Congreso de manera que proporcionalmente a su población se asigne el número de diputados por distrito. Esto le daría mayor representatividad al sistema sin necesidad de incrementar el número total de diputados conforme crece la población. Con base en las razones antes expuestas, podría fijarse un número de 80 diputados distritales, y que se asigne proporcionalmente el número de diputados de acuerdo a la población de estos nuevos distritos más pequeños. Por ejemplo, hoy en día hay 127 diputados distritales, de ellos, el departamento de Guatemala en su totalidad (distrito central más resto de municipios) tiene 30. Ello equivale al 23.6% del total. Entonces, manteniendo esa proporción, de acuerdo a la población del departamento de Guatemala, se podría multiplicar ese porcentaje por el número fijo de diputados (23.6% por 80) y tendríamos que al departamento de Guatemala corresponderían 18 diputados de los 80. Estos se distribuirían proporcionalmente a la población entre los varios distritos ahora más pequeños como mencionaba anteriormente.

Esta idea tiene otra ventaja. Como la Constitución establece que los diputados por Lista Nacional equivalen al 25% del número de diputados Distritales, entonces tendríamos un número fijo de 20 (25% de 80) diputados por Lista Nacional. Esto tiene otra gran ventaja en si mismo. Actualmente conforme va creciendo el número de diputados también crece el número (aunque la proporción se mantenga) de diputados por Lista Nacional. Esto ha significado que cada vez se formen más y más partidos pequeños porque conforme el número de diputados crece cada partidito pequeño tiene mayores probabilidades de infiltrar por lo menos un diputado a la Lista Nacional, entonces se sobredimensiona el concepto de "representación proporcional de minorías" porque muchos partidos, aunque tengan una intención de voto muy baja logran "colar", por así decirlo al menos un diputado a la lista nacional. Eso ha afectado notablemente la operatividad del congreso, debido a la diversidad de intereses que se negocian de forma imperceptible para el elector.

Eventualmente habrá que considerar la conveniencia de preservar dos bases de representación diferentes, criterio político (diputados por Lista Nacional) y criterio geográfico (diputados por distrito), puesto que no tiene sentido que los mismos sean incluidos en la misma cámara legislativa pues se destruye el propósito que hubiera sido tener una mayor desconcentración del poder como sistema de contrapeso. En ese caso podría pensarse en un sistema bicameral bajo parámetros diferentes o en eliminar el criterio de Lista Nacional.

En conclusión, es imprescindible reformar nuestro sistema electoral para dotar al esquema político guatemalteco de un nuevo dinamismo mediante el cual los electores podrán expresar de forma más fiel y genuina sus preferencias políticas, como paso para desarrollar un proceso democrático más representativo, razonable y efectivo.

Puede obtener una copia de un programa que elaboré para calcular la asignación de diputados al Congreso de la República por partido, con base en el sistema D´Hondt antes descrito. Cualquier duda que tenga respecto de cómo usarlo escríbame.
El archivo está disponible en la siguiente dirección:

http://www.4shared.com/document/pr36WgiH/INTEGRACION_DEL_CONGRESO_2011_.html

Nota: Este artículo es la segunda edición de un artículo previamente publicado con el mismo nombre en www.abaldizon.blogspot.com y a su vez una adaptación de una conferencia titulada “Las Preferencias de los Votantes y los Sistemas Electorales: Una Propuesta”, la cual impartí dentro del VI Seminario Interuniversitario del Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas. La conferencia se encuentra disponible en el Centro de Recursos Digitales New Media de la Universidad Francisco Marroquín, en la siguiente dirección:

http://newmedia.ufm.edu/baldizonsistemaeleccion

viernes, 12 de agosto de 2011

!FELIZ 40 ANIVERSARIO A MI QUERIDA UFM!

La misión de la Universidad Francisco Marroquín es enseñar y difundir los principios éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres y responsables.
La UFM ha sido el bastión de la defensa de los ideales del liberalismo clásico y cuenta con uno de los programas más completos de estudio de la Escuela Austriaca de Economía del mundo.

Ha sido pionera en la región en el estudio de las escuelas de Public Choice y Law and Economics. Es conocida como “La Casa de la Libertad” y ha sido campeona en la defensa de los mercados libres y la promoción de la empresarialidad en Guatemala.

Desde que llegué a la UFM, de inmediato me sentí identificado con sus ideales, en los cuales siempre he creido. Me siento muy orgulloso de haber formado parte de la UFM durante los últimos 20 años y espero poder continuar muchos más en la defensa de la Libertad.

¡Feliz 40º aniversario a mi querida Alma Mater!

jueves, 4 de agosto de 2011

Porqué SÍ inscribirán a Sandra Torres como candidata presidencial, “Top Ten”:

10. Porque el gobierno ha “invertido” millones de Quetzales de nuestros impuestos en hacerle propaganda a su candidatura lo cual demuestra que están dispuestos a que ésta se imponga a toda costa.

9. Por tanto imbécil, malintencionado, oportunista o comprado pseudo “formador” de opinión que insistió en la viabilidad de su candidatura, a pesar de la indiscutible prohibición constitucional, como para sembrar la duda de que si efectivamente existe o no dicha prohibición.

8. Porque la Corte de Constitucionalidad es el ente específicamente diseñado en la Constitución para convalidar los más espurios intereses de los políticos de turno, merced a que son los mismos políticos los que designan a sus magistrados para que sean éstos quienes “juzguen” cuando se cuestione la constitucionalidad de sus actos.

7. Porque varios de los magistrados que integran la corte responden a los intereses del partido de turno (como ha sucedido con todos los gobiernos) o partidos afines a éste, por lo que llegaron a la Corte de Constitucionalidad precisamente con el objetivo de resolver a favor de su candidatura.

6. Porque los magistrados que más han sido señalados de tener vínculos con el oficialismo son los que más han insistido en que no tienen impedimento moral, lo cual demuestra que están allí precisamente para defender los intereses de Sandra Torres a toda costa.

5. Porque un magistrado ya anticipó criterio diciendo que resolverán conforme a la Constitución y los tratados internacionales en derechos humanos, prácticamente anunciando que basarán su decisión argumentando que el “derecho humano” de ser electo, reconocido internacionalmente, está por encima de la Constitución y por ende, por sobre la prohibición constitucional.

4. Porque en Guatemala la vergüenza pasa (y muy rápido), pero la fortuna queda. Y actualmente en Guatemala el “valor” principal es la ambición material, por lo que nuestra sociedad fácilmente asimila y hasta admira a todo aquel que haya tenido éxito repentino, sin importar la procedencia, porque al final es lo que muchos quieren para sí.

3. Porque en Guatemala pesa más la demagogia de la democracia que los ideales de la República. Nos seguimos aferrando a ideas erróneas y obsoletas, no conocemos el significado de un verdadero “Estado de Derecho” ni nos interesamos por conocerlo, seguimos siendo víctimas del mismo endoctrinamiento de siempre sin esforzarnos por cuestionar nuestra cómoda “intelectualidad”.

2. Porque en Guatemala se piensa y se enseña que el Derecho es lo que los políticos dicen que es. La única “justicia” que cabe es la formal. El Derecho realmente no existe y lo único que queda es la última palabra en la cadena de poder, y a ello le llamamos Ley.

1. Porque la inscribirán y no pasaremos más allá de algunos minutos de indignación. Sea quien fuere que ganare la presidencia, cometerá los mismos abusos de poder, y tampoco haremos algo al respecto, más que seguir esperando que algún día nos llegue un ángel caído del cielo para gobernarnos bien. Porque los Guatemaltecos no queremos ni estamos dispuestos a hacer el esfuerzo requerido para llevar a la realidad una reforma política que implique límites efectivos al ejercicio del poder público. Porque muchos, por las razones que fuere, al final sienten que eso tampoco les conviene.